Unidad de obesidad y metabolismo
Durante los últimos años, la prevalencia de la obesidad y las enfermedades metabólicas a ella asociadas (cardiopatía isquémica, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, apnea del sueño e, incluso, riesgo de algunos tipos de cáncer) se ha incrementado de forma muy significativa, calculándose que para 2030 podría sufrir esta patología la tercera parte de la población mundial. Se ha convertido, tras el tabaquismo, en la segunda causa de mortalidad evitable, reduciendo en el caso de la obesidad mórbida la esperanza de vida entre 6 y 14 años.
Además de todo ello, la acumulación de grasa bajo el diafragma y en la pared torácica puede ejercer presión en los pulmones, provocando dificultad para respirar y ahogo, incluso con un esfuerzo mínimo. La obesidad puede también causar problemas ortopédicos, incluyendo dolor en la zona inferior de la espalda y agravamiento de la artrosis, especialmente en caderas, rodillas y tobillos. Son también frecuentes los trastornos cutáneos dado que las personas obesas no pueden eliminar el calor del cuerpo de forma eficiente, por lo que sudan más.
Ser obseso u obesa significa tener demasiada grasa corporal, midiéndose el grado de esa obesidad en base al índice de masa corporal (IMC) que se halla dividiendo el peso en kilogramos entre la talla en metros al cuadrado. Cuando el IMC es superior a 30 estamos ante obesidad y si es mayor de 40 ante obesidad mórbida.
Aparte de los hábitos de vida (mala alimentación, sedentarismo y falta de ejercicio físico) existen también factores genéticos y orgánicos que inducen a la aparición de la obesidad sobre todo en mujeres. También pueden influir los factores socioeconómicos. La obesidad suele llevar, además, asociados trastornos psicológicos por los prejuicios y discriminación que a menudo sufren estas personas.