En 1980 se produce un hito importante en la historia de la clínica, cuando la empresa de tipo familiar da paso a una organización más acorde al signo de los tiempos. IMQ, en su afán por ofrecer una mejor atención sanitaria a sus clientes, decide, junto a otras entidades financieras, la compra de la clínica.
Así, se inicia un importante proceso de cambio con el desarrollo de un plan estratégico, que pasa por profesionalizar la gestión y acometer una serie de inversiones en infraestructura, equipamiento y alta tecnología, con el fin de poder ofrecer una medicina moderna y de calidad.